De niña, mi madre solía llevarme a una zapatería en el centro de Cádiz, la ciudad donde nací.

Esta zapatería era de esas en las que, al entrar, te envolvía un olor a madera de caoba que se te quedaba grabado en la memoria y te sorprendía con la pasión y el riguroso orden en el que se colocaban los zapatos. 

Me gustaba ir porque cada vez que íbamos, un señor muy amable siempre me regalaba un globo rojo. (Con los años descubrí que era una gran estrategia de marketing je, je). 

Era una estudiante mediocre, prefería crear cosas con las manos, siempre me gustó la artesanía y utilizar herramientas.

Mi primer empleo fue en una tienda de ropa, donde comencé a interesarme por la moda.

Durante ese periodo, conocí a Juanma, mi actual pareja, nos independizamos y a los pocos años tuvimos que enfrentarnos a la crisis de 2008, que afectaba a España y golpeó de lleno a Cádiz, una ciudad que siempre ha sufrido un fuerte desempleo.

Después de trabajar en varias tiendas de moda, me vi en el paro.                                             

Aproveché este tiempo para formarme en la confección de tocados, accesorios y forrado de zapatos.

Seguía buscando mi oportunidad, sin embargo, el desempleo no nos dio tregua y como consecuencia, vivimos una de las peores situaciones a la que me he tenido que enfrentar en esta vida, tener que dejar la casa donde vivíamos y 0 euros en la cuenta.

Juanma, me propone salir de Cádiz. Él, se dedica a la cocina y le surge una oportunidad en Andorra, hicimos la maleta, "cogimos el toro por los cuernos" y nos marchamos con lo puesto en nuestro Opel Corsa.   

Yo no tardo en encontrar un buen empleo en una de las mejores empresas de moda de Andorra, es mi primer contacto con el lujo en moda y donde aprendo una impecable atención al cliente.   

En Andorra, descubro una fuerte conexión con la naturaleza y siento que voy avanzando en mi carrera profesional, al contrario que Juanma que cada vez se ahoga más en este país.        

Pasan tres años, Juanma no puede más, le surge un cambio laboral en un pueblo de la costa de Málaga y decidimos volver.

Tras trabajar en un supermercado y una imprenta empiezo a tocar fondo. A nivel laboral me siento hundida y empieza a afectarme a nivel personal.  

Ante la falta de oportunidad de trabajar en moda por la zona y una voz interna que llevaba tiempo martilleándome la cabeza, decidí que quería trabajar para mí misma.

Volcar en mi negocio todas las experiencias vividas estos años trabajando para otros, e implementar mis ideas y valores propios en algo mío.